jueves, diciembre 21, 2006

Hace unos días recordaba la primera vez que había ido al péndulo a tomar un café. Fue una tarde, después de salir de foto. Iba con un entrañable amigo, él cual aún no lo era y otros compañeros de clase. Nos sentamos en una mesa del primer piso, donde podíamos mirar hacia abajo, y ver el restorán. Tomamos café. Supongo que pedí un americano. Y divagamos con la pregunta hecha por mi amigo: Qué fenómeno natural me gustaría ser. Yo decidí ser tormenta. Me encanta el agua, los truenos y las nubes oscuras. No recuerdo que dijo él. Hablamos mucho. Al salir de ahí, me invitó al otro día al Hard Rock Live. Comenzamos a salir, y se volvió mi mejor amigo. El mejor amigo que tuve por muchos años. Vacacionamos algunas veces. Guanajuato era el destino preferido. La poesía nos encantaba. Leer. Hablar, caminando por las calles de la Del Valle, Condesa, Roma, Centro. Después fueron las de Guanajuato. También llegamos a caminar por Polanco y San Ángel. El amor y el desamor fueron tópicos bien usados cuando de explayar se trataba. Nos fuimos de antro. Nos emborrachamos. Conocí a sus amores, ya fueran platónicos o no. Conoció a los míos. Conoció a mis amigas. Conocí a los suyos. Realizamos nuestro primer brindis navideño, en la Elodia. Compramos libros. Cenamos, desayunamos y comimos muchas veces. Viajamos en el metro. Las únicas 27 horas seguidas que he pasado despierta fueron a lado de él. Ampliamos fotos. Y además el único árbol "genealógico"del desamor fue hecho por él, para mi, con la intención de ver cuan conectados estábamos por el destino.
Tantos recuerdos juntos. Lo situación es que, desde hace meses no lo veo. Pero lo mejor es que el fin de semana nos veremos para conversar. Polanco es la colonia del encuentro. A ver que tal nos va

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