miércoles, abril 26, 2006

EL SUB MARCOS Y LA OTRA CAMPAÑA

  • En el zócalo, el OTRO primero de mayo
  • En CU, el martes dos de mayo, 1 pm

martes, abril 18, 2006

Audiofónica Suavidad

Mientras la bandera mexicana ondeaba en la plancha del zócalo, las luces azules, amarillas, magentas, iluminaban a unos Aterciopelados muy suaves en el escenario. Unos fumaban y no precisamente La pipa de la paz, otros se susurraban al oido A. M.O. y algunos quizás se hacían Rompecabezas mentales, pero todos, sencillamente se arremolinaban al ritmo del rock colombiano que manaba de guitarras, bajos, baterías, y demás instrumentos sobre la tarima.
El acento que caracteriza a Andrea Echeverri hacía que la gente le gritara algo así como "Andrea nunca te mueras", y ella, sonrisa en los labios, agradecía el comentario. Una presentación de lo que sería el concierto de esa noche, iniciando formalmente con una rola de su disco solista, cien por ciento dedicado al bebé que nació hace más de un año. Y como un collage de ritmos, tiempos y discos, Los Atercios como cariñosamente la vocal los llama, el 29 de marzo, demostraron nuevamente porque se les quiere por estas latitudes.
Me acabo de terminar un plato de cereal.
Chococrispies para ser más exacta.
Es raro escuchar música mientras me desayuno el cereal con un poco de plátano y leche deslactosada.
Generalmente desayuno viendo la tele,
pero...
oyendo a coldplay,
por vez primera.
Y es que me desperté pensando tanto en Victor que lo primero que se me ocurrió fue prender la pc y escuchar algo que me recordara las tardes que paso con él.
Victor no puede tomar leche, ni deslactosada siquiera.
Victor tampoco fuma, ni siquiera lights. Y menos bebe.
Y yo que hago las tres cosas, sobre todo, lo de la leche.

sábado, abril 08, 2006

Ayer, tomados de la mano, caminamos varias millas. Levantamos la mirada
ante el bello atardecer que
cerraría un día más de nuestras vidas, y tú,
sonreíste mientras aquella gaviota volaba con parsimonia.
Me senté sobre la playa, donde apenas el mar relamía los granos de arena.
Tú te sentaste
detrás mío, abrazándome con tus piernas. Me recargué sobre
tu torso, firme y desnudo. Me besaste levemente el cuello, simplemente los
labios entreabiertos, dejando sentir tu aliento sobre mi piel. Un delicioso
escalofrío recorrió suavemente
mi cuerpo y los pezones se pusieron erectos. Bajo
la camiseta los pudiste notar, sonreíste y seguiste mirando al cielo.