Lo interesante de cruzar unas cuantas palabras con este hombre fue que reconoció mi estampa de puma. La situación fue la siguiente:
José María besó la pulserilla chafa que portaba del américa, a lo que le dije
-¡Ay, que horror!
Me miró y dijo
-Tú tienes cara de... pumita
Asentí con orgullo azul y oro y me dijo
- Si, ¡a huevo!Después de discutirlo conVíctor y Bruno, llegamos a la conclusión de que era preferible que me reconociera como pandrosa, mugrosa, grillera, o sea puma, y no como una freska de alguna uni burguesa con tonito peor que la Barbie de amor en custodia, je.
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