martes, julio 18, 2006

Amo a mi novio, ni duda cabe. Amo sus ojos, su cabello, su sonrisa, su silueta. Amo cuando mira la tele o cuando va manejando. Amo cuando ronca, cuando se baña o cuando me besa. Amo su manera de caminar, de hablar, de reir o de contar un chiste. Amo como huele y como se lava los dientes. Me encanta que use el desodorante que insiste en comprarse y amo que tenga hecho un desmadre su casa. Amo a Víctor y amo quererme casar con él.

martes, julio 11, 2006

Estoy super contenta con mi novio (aunque se coma los lagartos de gomita que compramos el sàbado en liverpool y que sabe son mis favoritos). La felicidad que me embarga es porque habíamos tenido unas semanas malísimas. No había fin de semana en el que no hubiera una discusión, un regaño, una molestia. Cualquier cosa era pretexto para pelear y estar de malas. Sin tocarnos, sin besarnos, sin abrazarnos. Claro, nos reconciliábamos, pero bueno, no es lo mismo.
El jueves, después de crear la discusión de la semana, me fue a dejar a mi casa y se despidió con un beso en mi mejilla. Cuando me recosté y apagué la luz, comencé a llorar, deseando que me llamara, cosa que no hizo. Yo por unos minutos tomé el móvil y lo contemplé detenidamente mientras decidía escribirle un mensaje. Me arrepentí de la idea y cerré los ojos. Me quedé dormida a los pocos minutos.
Al otro día, un lindo viernes, fui a trabajar y por la noche, Nalla pasó a mi casa. Fuimos a un bar para platicar acerca de la asquerosa jugarreta que le estaban aplicando a AMLO, y cuando sonaba un reggaeton, entró una llamada a mi celular, identificando el número emisor. Changos, era mi chico. Contesté y corrí al baño para escucharle sin interrupciones. Cuando escuché su voz fue como un choque electrico en mi panza
, la cual no había estado muy bien por todo el estrés acumulado desde hacía mucho, presté oreja a lo que decía y quedamos de comer al otro día. Cuando hube saliado del baño, Nalla ya había pedido una corona para ella y para mi un jugo de uva. Platicamos, le conté mi ardua semana de trabajo, me contó de su galán en turno, le conté de las discusiones con Ayala. Al terminarnos la cerveza y el jugo salimos. Fuimos a una tienda a comprar unos chicles y me llevó de regreso a mi hogar. Más tarde y ataviada con la pijama, le regresé la llamada al fotógrafo, sólo para decirle que lo amaba y extrañaba.
El sàbado llegó. De camiseta amarilla me vestí, pues era la asamblea del pejito en el zócalo. Mi fotógrafo pasó en el escort a la casa. Todo serio me saludó. Y manejando sin rumbo no quiso hablar de nada conmigo. Me empecé a desesperar. Caímos en un sanborns de reforma y mientras yo devoraba una ensalada de atún, me explicó el motivo de tooodas o la mayoría de las discusiones que habíamos tenido. Hablamos alrededor de una hora. Pero cuando se despejó la enorme nebulosa que se había formado en cada uno, el sábado fue más bello aún. Lo besé y abracé, dándome cuenta de que sin él, las cosas no tienen sentido. Caminamos por Reforma, Av. Juárez y Madero hasta el Zócalo tomados de la mano. De vez en cuando, lo miraba y todo se estremecía.
Ahora que lo observo al lado mío, se que él es lo único que estaba esperando y que busqué en muchas partes. Y pude ahorrarme tanto, pues la escuela de foto me lo había presentado hace más de 6 años, aunque claro, siempre nos ha gustado el camino largo y dificil.

miércoles, julio 05, 2006

Fraude Fraude Fraude Fraude Fraude Fraude
FRAUDE FRAUDE FRAUDE FRAUDE FRAUDE



Y se sabía que esta sería una elección de estado.
Donde el PAN, ahora partido oficial, intenta
evitar el triunfo de AMLO con su fraude orquestado
desde ese organismo llamado IFE.
Igualito al PRI. A pesar de que Fox quería vender
la idea de que eran harina de otro costal.
Los hechos hablan.